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Diario de un viaje a Pamplona

Era una noche especial, pues cada vez que viajo con el Real Zaragoza me cuesta dormir. Habíamos quedado los miembros de la peña en Asín y Palacios, lugar de donde partes los buses de la federación a eso de las 16.15 de la tarde.

La animación dentro del autocar por parte de los más jóvenes aficionados se hizo notar durante todo el trayecto, y el viaje en si no se hizo pesado. La distancia tan corta en la que se encuentra Pamplona ayudó a ello.

Ya dentro del estadio del Sadar el ambiente era espectacular. Entramos ya comenzado el partido, pues la Policía Nacional, cumpliendo con su trabajo nos retuvo en el último peaje para realizar las pertinentes acciones, pues el partido había sido declarado de Alto Riesgo por parte del CSD.  La afición rojilla dentro de una correcta deportividad volvió a animar a su equipo, después de que hubieran estado dos partido en huelga de animación por diversas circunstancias. Los nuestros también se hicieron notar con su constante aliento.

 

 

Como no debía de faltar cada vez que el año pasado acudí a un estadio rival, no faltó mi foto con la bandera de la Peña. Bandera dejada, pues la que porté la campaña anterior fue dejada en Las Palmas en el partido de la promoción. Dicha foto también apareció en el Heraldo como ejemplo de presencia peñista en el Sadar, algo que agradezco.

Al final, los mañicos disfrutaron con una buena primera mitad, y sufrieron con el segundo tiempo, pero dejaron atrás otro campo, donde se cantó el himno los últimos cinco minutos finales del partido. Antes de salir, la Nacional nos retuvo una media hora para no mezclar nuestra salida con la de la afición rival, para evitar cualquier tipo de roce no deseado. El Sadar se vació, y quedó el aroma de fútbol añejo, que con el tiempo espero que sea de cordialidad como allá por los años ochenta.

La vuelta se hizo más corta. Escoltados de nuevo por la policía hasta el primer peaje, llegamos a Zaragoza, con la sana intención de volver a animar al equipo del León allí donde se pueda, para lograr nuestro objetivo; el ascenso a la primera división, que nunca debimos abandonar.

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